Aprendiendo a pensar como los perros
Mi experiencia con Curra
La llegada de un perro a nuestra vida es un cambio importante en la dinámica del hogar. Nuestro amigo cachorro nos parece un ser adorable. Vamos pasando los primeros días juntos entre la satisfacción y las incomodidades que nos proporciona.
A partir del momento de la recogida del animal vamos estableciendo con él una relación determinada; cada elemento de la familia se comportará de diferente manera. Con mucha frecuencia se establecen relaciones inadecuadas entre el animal y sus dueños. Una de éstas es la de considerar a nuestro perro como un ser humano; si le preguntamos a cualquier dueño de perro sobre lo que tiene atado a una correa nos mirará con cara de asombro, posiblemente piense que se encuentra ante un perturbado y, después de su asombro nos responderá (algo mosca): un perro, un animal.
El problema estriba en que existe un número enorme de personas que saben lo que tienen atado a su correa pero se comportan como si realmente fuera un ser humano.
Los animales en general y los perros en particular perciben el mundo de una forma absolutamente diferente a nosotros, si nos empeñamos en asimilarlos a nosotros estaremos cometiendo un importante error. Ellos no tienen ciertas necesidades humanas que, a veces algunos dueños se empeñan en crearles.
La sobreprotección, el exceso de atención y mimo son comportamientos que perjudican el proceso educativo y socializador del ser humano; en el caso de los perros, de comportarnos de esta forma, podemos llegar a tener un buen número de problemas.
A veces nos encontramos con personas que justifican el mal comportamiento de su perro, le permiten, consienten toda clase de conductas intolerables, incluso se enfrentan con cualquier otro ser humano que le reproche sus acciones.
Los dueños de perros debemos enfrentarnos al importante reto de desafiar nuestros propios esquemas mentales con respecto a nuestro amigo. Haciendo un esfuerzo podemos llegar a comprenderlo de mejor manera y, de esta forma establecer un fuerte vínculo con él, que no le desoriente, confunda y perjudique. Es nuestra responsabilidad. Un perro tratado como persona será un ser desequilibrado, inestable y problemático.
Hasta que alguien me enseñó a pensar de la forma que lo hace mi perra estuve navegando por los mares de la humanización canina. Hoy gracias a la labor profesional del responsable de esta página, que tan amablemente me ha invitado a participar en ella, puedo decir que los lazos entre mi mascota y mi familia se han reforzado. Todos vamos asimilando que nuestra perra es una más de la familia pero no es una igual; debe ser tratada de forma que entienda lo que le decimos.
Cuando acuden a consultas padres con hijos con problemas conductuales lo primero que se les hace saber es que no existen, por regla general, problemas de niños sino de padres. Si su perro se comporta de forma inadecuada aplique esta misma afirmación. Una vez que entienda esto el siguiente paso es ¿qué hago? La respuesta a esta pregunta no puede ser otra que la de buscar asesoramiento y consejo en los profesionales que le orientarán en cómo cambiando su forma de pensar y su comportamiento podrán, de esta manera, modificar el de su mascota. Merece la pena intentarlo, no le quepa la menor duda.
Julio Becerra Vicente
Psicólogo clínico y dueño de Curra (alumna de la Escuela canina Maya)
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