Leo el labrador en la escuela

¡Hola! Soy Leo, el labrador torbellino

Leo lindo

Me llamo Leo y soy un Labrador Retriever de color negro. Este de aquí soy yo con sólo 2 meses.

Leo con dos meses

¿A que era monísimo? Pero que mi carita de bueno no os engañe, mis dueños dicen por ahí que era un pequeño demonio en aquella época… Os voy a contar mi historia.

Llegué a casa en Agosto de 2013 y era taaaan pequeño con dos meses ¡que la gente decía que no era un Labrador! La verdad es que sí, que era muy chico y unos días después, para colmo, me puse muy malito. Algo llamado coccidiosis nos dijo mi veterinaria, y después de aquello se dieron cuenta de que no llegaría a ser tan grande y cabezón como mi papá. Pero a mis dueños no les importó, yo ya les había robado el corazón así que cuidaron de mí día y noche hasta que me recuperé.

Aquí me veis con 4 meses, ¡todo orejas y rabo!

Leo de cachorro

Era un poco debilucho eso sí, así que me pillaba todas las enfermedades que podía e iba a visitar a mi veterinaria cada semana. ¡En realidad yo lo hacía porque me daba chuches cada vez que la veía!

Uno de esos días, mis dueños me montaron en el coche y me llevaron al campo de un hombre muuuy alto y que hablaba un poco raro… Yo creo que no es de por aquí, ni tampoco de Canadá, que yo de inglés entiendo un montón. Willy, se llamaba aquel hombre que no me hizo mucho caso cuando yo empecé a dar saltos a su alrededor para llamar su atención. Como me aburría un poco me eché a dormir en el jardín mientras mis dueños le contaban esas "cosas de cachorro" que yo hacía.

Cuando llegamos a casa, esa noche mis dueños me metieron en una cajita y me pusieron a dormir junto a ellos en su habitación. Tengo que decir que los pobres llevaban dos meses sin dormir por mi culpa, pero es que a mí no me gustaba que me dejaran solo cuando se iban a dormir así que me ponía a cantar un poquito por las noches. Ese Willy debía saber algo sobre nosotros los perros, porque a partir de ese día ya pudimos dormir todos en casa.

Parecía que todo iba a ir mejor y mis dueños me contaron que iban a llevarme a una escuela canina, cuyo profe era aquel hombre del campo. Y entonces hubo una pequeña tragedia, me escapé cuando se estaba cerrando la puerta del garaje, me metí debajo y… ¡Uf! Me rompí una pata. Dos meses de "reposo" en casa y ya me volví un poco loco. Yo sólo quería correr y saltar y nadie me dejaba hacerlo, quería jugar con mis amigos perrunos pero mis dueños ya no me dejaban verlos. No entendía qué pasaba y yo cada día me portaba peor. Por suerte mi patita se curó bien y volvimos a ver a Willy.

Aquí estoy esperando a bajarme del coche para empezar mi primera clase. Estoy hecho todo un chavalín, ¿eh?

Leo en el coche

Tenía algunos problemillas de comportamiento, mis dueños decían que yo tiraba mucho de la correa, me subía encima de la gente, nunca acudía cuando ellos me llamaban, me comía todas las cosas del suelo cuando iba por la calle… Pero a mí nadie me había enseñado cómo me tenía que comportar. Mis dueños se enfadaban cada vez que me sacaban a pasear porque yo era más parecido a un toro que a un perro, ellos discutían y yo a veces me quedaba sin paseo.

En la escuela de Willy, durante diez clases, aprendí muchas cosas. Cada día me enseñaba algo nuevo y siempre repasábamos lo anterior para que no se me olvidara nada. Además, Willy me mandaba tarea para casa y tenía que practicar lo que había aprendido para hacerlo cada vez mejor. En las clases había más compañeros como yo, algunos mayores y otros más pequeños, pero no me dejaban jugar con ellos y yo me portaba bien porque sabía que en ese momento tocaba trabajar. Aprendí a pasear junto a mis dueños e ir pendiente de ellos, a no tirar de la correa, a sentarme y tumbarme, a quedarme muy quieto cuando me lo pedían y a ir corriendo cuando me llam… Bueno, en eso aún estamos trabajando. Cuando me llaman en el parque a veces me hago un lío y me quiero ir en dirección contraria, pero seguro que si seguimos practicando llegará el día en el que lo haga a la primera. Todavía soy un poco pesado con las visitas, pero toda la culpa no es mía. Desde que era pequeño las personas que llegaban a casa me cogían en brazos, me hacían mucha fiesta cuando me veían y ahora no les gusta que yo los reciba así porque he crecido un poco. Lo de las zapatillas, lo siento, pero es que no puedo remediarlo… Todavía me quedan cosas por aprender pero junto a mis dueños sé que iré mejorando hasta convertirme en un gran perro. En casa todos estamos muy contentos de haber ido a la escuela de Willy, ahora ellos me entienden un poco mejor y saben lo que tienen que hacer si algún día estoy graciosillo y no quiero obedecer.

En casa ya me porto mejor. Ahora duermo en una terraza muy grande donde me han puesto una caseta y a mí me encanta ver los coches pasar y me doy mis paseítos nocturnos, por eso por las mañanas estoy muerto de sueño y me la paso durmiendo.

Leo en su caseta

Eso sí, por las tardes tengo la energía a tope y tienen que tirarme la pelota unas 100 veces o dar un largo paseo para cansarme. Aunque mi cuerpo sea grande, en el fondo sigo siendo un cachorrón.

Ah, se me olvidaba contaros algo. De vez en cuando voy a visitar a Willy y me quedo allí unos días en su hotel perruno donde hay muchos compañeros con los que jugar. Tengo mi propio apartamento, me dan comida de primera calidad y hay un jardín donde correr o tumbarme a la sombrita. Mis dueños están muy contentos cuando me recogen y se ríen porque saben que voy a estar durmiendo dos o tres días después de esas ajetreadas vacaciones. La última vez conocí a una perrita muy chula y la verdad es que no tenía muchas ganas de volver a casa pero al final vi a mis dueños ¡y no pude evitar irme con ellos!

Ya os he hablado de mi aprendizaje así que ahora toca un poco de diversión. Os dejo unas fotos de las cosas que más me gusta hacer.

Me gusta mucho mirar por la ventana junto a mi amigo Brandy, que antes era un gruñón y a veces me mordía una oreja pero ahora somos inseparables.

Leo en la terraza junto con Brandy

Mi postura favorita para dormir, sin duda alguna.

Leo descansando

Me encanta ir en el coche, sobre todo si es para llevarme a la playa o al campo. ¡Siempre me quedo dormido por el camino!

Leo viajando

¡Hasta luego, amigos humanos!

Puerto Real, a 3 de Octubre de 2.014

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Fecha última actualización de esta página:
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