El otro maltrato
¿Maleducarlo es maltratar al perro?
Que el perro ladre, coma, ataque a otros animales y a los gatos, muerda y haga sus necesidades e incluso tenga una actividad sexual, indudablemente son actos connaturales a su condición de perro... Sí, pero, ¿qué esperamos de ellos cuando los hacemos nuestros compañeros?
Introducir dentro de nuestro entorno un perro presuntamente doméstico o adaptar en lo posible y necesario un animal, ¡nada más y nada menos!, a nuestras condiciones de vida para disfrute mutuo y en algunos casos con un servicio incluido (desde el perro de cacería hasta el lazarillo, pasando por el guardián de un chalet, el compañero y hasta el pastor). Existe una gama de condiciones y aptitudes en que todos esos comportamientos que enumerábamos al principio siguen siendo propios de su condición de perro, pero que en unos casos son una ventaja y en otros un problema. Pongamos por caso el ladrido de un perro guardián, de gran utilidad (dentro de unos límites) y el ladrido indiscriminado en uno de muestra.
Los perros que tienen que vivir en un entorno humanizado, todas estas tendencias o necesidades deben ser controladas. Hoy por hoy, las técnicas de adiestramiento basadas en la asociación de fenómenos y en el conocimiento de los instintos de los perros para poder educarlos desde sus esquemas de comportamiento, nos obligan a recurrir al castigo o al autocastigo (diferente del maltrato) para repudiar por parte del educador (el dueño será el educador permanente) actos indeseables. El perro que defeca en medio de un portal, o que hurga en las bolsas de basura, o que ladra a todo el que pasa, tendrá que adaptarse al sitio donde le hemos metido, para facilitar el derecho de todos a disfrutar de un descanso, una seguridad y una higiene. Y será el dueño el que tenga que suplir conductas inadecuadas o indeseables por parte del animal del que se hace responsable, por medio de complementos para perros (digamos un bozal, una correa, un collar antiladridos, etc.), un adiestramiento profesional, o asumiendo nosotros algunas funciones, como por ejemplo, recoger los excrementos.
Es de humanos el errar. Sí, pero también los perros se equivocan, y un perro bien enseñado a hacer sus necesidades en sitios concretos, puede fallar alguna vez, pongamos una diarrea por ejemplo. A veces pueden fallar los dos, la combinación perro-dueño. Por ejemplo, el perro que sale poco y cuando le toca se "desboca". Supongo que cualquier dueño de perro sabrá de las situaciones a las que también me quiero referir y que, a pesar de tomarse medidas, las cosas, ocasionalmente, y sin llegar a consecuencias dramáticas, no salen bien y todos solicitamos un poco de comprensión para esos momentos, y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra. Nadie nace sabiendo y conforme transcurre nuestra vida al lado de nuestras mascotas, y nos dejamos asesorar por profesionales, se puede llegar a mejorar mucho la compenetración con ellos.
Pero me refería en el título al maltrato, y lo que pretendo denunciar es ese otro maltrato de la pasividad de algunos propietarios ante los problemas y las faltas de educación de los propios animales con excusas inaceptables de "es su instinto, déjalo", "yo no sirvo para...", "pobrecito, me da lástima". Desde que el hombre es hombre y ya en las cuevas reunió tres piedras para sentarse en torno a un fuego, empezó a incidir sobre la naturaleza y a domesticar al perro también. Indudablemente, el perro sigue teniendo sus instintos, pero si queremos introducirlo en la sociedad humana, que ya de por sí supone una desnaturalización, tenemos que asumir el recortar algunas conductas a favor del respeto a los derechos de todos. No pretendo entrar en cuáles de los caminos son éticos y cuáles no. Pero consentir con omisión de correcciones en las faltas de nuestros perros, atribuyéndoles responsabilidades o libertades impropias de su condición de perro es una forma de tratar mal o de mal tratarlos.
También quiero expresar mi admiración por esos otros dueños que, con buenas maneras, de una forma autodidacta o por otras vías, diferentes de un adiestramiento profesional, han logrado hacer de sus mascotas unos extraordinarios ciudadanos. Y a esos otros que, a pesar del carácter difícil del "compañero" que les ha tocado, saben controlarlo adecuadamente. ¡Enhorabuena!
Jesús CarrascosaVeterinario
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