Te cito esto de otra web:
Cita: ‹ Expandir ›Posted by Maskotas el Domingo, Julio 6th, 2008
Probablemente el maltrecho cerebro de Peque ha tenido que hacer un esfuerzo sobrehumano (o sobreperruno) para compensar sus carencias, pero lo logrará. Démosle tiempo, aún es muy joven. Si la medicación consigue mantener a raya el problema, lo más probable es que Peque disfrute de una vida plena y feliz, como tantos otros perros. Un perro ciego, y especialmente si lo es de nacimiento, no tiene ningún problema en llevar una vida completamente normal, hasta el punto de que mucha gente no se dará cuenta de la discapacidad del animal. Aquí os dejamos algunos consejos para convivir con la ceguera canina.
Un perro ciego de nacimiento, al igual que un niño, no es consciente de su discapacidad. Desde su óptica, no le falta ningún sentido, igual que nosotros los humanos carecemos del maravilloso olfato canino sin sufrir en absoluto por ello.
Cuando un sentido falta, el cerebro suple esta carencia habilitando otras áreas para que sirvan como sentidos de reserva. Así, un cachorrito ciego o sordo verá compensada su minusvalía con un “extra” en otros sentidos. El perrito ciego reconoce sin problemas personas, animales y objetos; tiene en su cabeza un perfecto “mapa virtual en 3D” de su casa y de los lugares por donde suele andar, y aprende en seguida a jugar con una pelota o juguetes que lleven por ejemplo un cascabel incorporado. También aprenderá a subir y bajar escaleras conocidas sin equivocarse en un solo peldaño, con el tiempo se orientará incluso en lugares que no conoce, y, si se siente seguro de sí mismo, confraternizará de forma completamente natural con otros animales y personas.
Por lo tanto, es importante no darle sobreprotección, no acurrucarlo en el regazo al son de “pobrecito”, porque él, en su cabeza, es un perrito normal al que no le falta nada. Sí necesitará que le insuflemos seguridad, aplomo y confianza en sí mismo, y sobre todo que comprendamos su discapacidad visual.
En este sentido es importante que el entorno donde se mueva sea estable y protegido: que no haya cambios de muebles, que las piscinas, escaleras y otros peligros estén debidamente protegidos, que su comida, su agua y su camita estén siempre en el mismo sitio.
Hace unos años conocí a Laika, ciega desde que tenía un año debido a la diabetes, que se asustó por un petardo y escapó. Sus dueños estaban desesperados, buscaron por todas partes… pero Laika encontró el camino y volvió a casa sana y salva. Una sola molécula de olor corporal de sus dueños, olfateada desde a saber qué distancia, la puso en el buen camino. Suponemos (porque ella no ha querido contarlo) que para cruzar semáforos esperaba a escuchar el rumor de los pasos humanos, como estaba acostumbrada. Después de esa aventura de dos días, nunca más tratamos a Laika como un ser discapacitado, nunca más dijimos “pobrecita”. Laika era un perro sanote, feliz y listo, y punto.
Estos son algunos de los consejos -más hijos del sentido común que de la práctica- para convivir con un perro ciego.
-Si se desorienta en casa (a veces le sucede a los cachorros), llévalo hasta su agua o su camita. Esto le sirve de punto de referencia.
-Enséñale cuanto antes a jugar con una pelota con cascabeles o con cualquier objeto sonoro.
-Enséñale también a jugar a perseguirte, siguiendo el ruido de tus pasos. Esto le dará seguridad cuando se encuentre en ambientes que no conoce.
-Las primeras salidas a la calle del perro ciego son difíciles: el perro percibe nuestra propia inseguridad. Háblale constantemente y programa una ruta fija, de manera que pueda ir trazando su propio mapa a base de olores.
-Déjale que se pare, que olfatee y escuche. La paciencia es un gran don, y tampoco hay tanta prisa…
-Déjale también que se pare en las esquinas (o párate tú) para que pueda poco a poco ir reconociendo los olores de las calles colindantes.
-Permite que olfatee y sea olfateado por otros perros. Es ciego, no un ermitaño, y tiene derecho a tener amigos.
-Un perro con confianza en sí mismo reacciona bien ante los extraños. Deja que les huela las manos antes de tocarle o acariciarle.
-Recuerda: ahora tú eres el lazarillo. Guíale con cariño, y explícale las cosas, nombra los lugares a los que vas a ir…
Gloria Garcia es psicólogo y colaboradora de Maskotas
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