Baudin Veteran@
Registrado: Dic 2008 Mensajes: 1360 Ubicación: Valdemorillo Madrid
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Publicado: 11/03/2011 15:52
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Si has decidido poner en tu vida un cachorro y la tuya ha sido una decisión bien meditada y totalmente consciente, a sabiendas de las alegrías pero también los sacrificios que implicará por muchos años la tenencia responsable de un perro, estás de enhorabuena.
La llegada a casa es siempre un momento decisivo e importante, tanto más que las primeras experiencias de esa bolita de pelo recién llegada determinarán a buen seguro la forma en que habrá de comportarse en su nuevo hogar y con su nueva familia, a partir del momento mismo en que traspase la puerta de entrada por primera vez y tome conciencia de que ahí empieza su nueva vida.
Y la vuestra.
Y para que reine la armonía desde el principio y todo vaya como miel sobre hojuelas…el secreto está en ser comprensivo pero firme y hacer gran acopio de paciencia. Mucha paciencia.
Tanto si el cachorro viene directamente de manos de un criador particular, de un criadero canino o de una tienda, tu pequeño amigo habrá tenido un día muy duro y estresante, como mínimo, de repente se habrá visto “arrancado” del ambiente en que hayan ido transcurriendo los días y semanas anteriores cuando no de sus hermanos de camada, de su mamá y del resto de su parentela canina.
Todo ello y las muchas emociones del viaje, olores y ruidos nuevos, el manoseo y las voces altisonantes y excitadas de personas a las que probablemente no haya tenido ocasión de conocer antes, habrán contribuido a provocarle un gran nerviosismo por lo que es perfectamente comprensible que al llegar a su nueva casa, se encuentre un tanto apesadumbrado, asustado y retraído. La forma en que manifieste su lógico “acobardamiento” es imprevisible, pero sería normal que jadeara mucho, tuviera mucha sed y, por contra, se encontrara algo inapetente. Tampoco sería de extrañar que con tanta emoción y excitación anduviera un poco desorientado y de un lado para otro tratando de buscar un sitio donde hacer sus necesidades y quizás, ante tanta confusión, decidiera soltar un par de “regalitos" húmedos y olorosos en el lugar mas inapropiado...
Lo más importante es que desde el primer momento toda la familia actúe con la máxima naturalidad y sin agobiarle y que para darle confianza se le hable en tono alegre, animoso pero no excesivamente estridente, acuclillándose para que el animal no vea al ser humano como una “amenaza” sino como un amigo, acariciándole a cada rato y utilizando desde el primer momento y repetidamente el “MUY BIEN” para transmitirle confianza siempre que tome interés por algo de lo que le rodea.
Como en la mayoría de los casos los cachorros se entregan a sus nuevos propietarios escasamente vacunados y lo prudente es que durante algunas semanas o por lo menos hasta que el Veterinario que le vaya a atender indique otra cosa, el animal no entre en contacto con perros o lugares que pudieran acarrearle algún problema de salud (léase, alguna enfermedad infecto contagiosa de riesgo como el Parvovirus o el Moquillo, por citar las más comunes), pero esto no significa que no salga a la calle, solo que tengas un cuidado extremo por donde sale y con que perros se relaciona. El tendrá que aprender casi inmediatamente a hacer uso de una zona acotada de la casa como su WC particular. Zona que previamente habréis elegido en función de las particularidades de cada hogar (un área acotada del jardín, un patio, una terraza, un tendedero, un trastero, una habitación que no tenga otro uso, un rincón de la cocina…) y habilitado y cubierto de periódicos para que sea ahí y no en otra parte dónde intentéis que haga sus necesidades desde el primer momento.
Cuando veáis que se mueve con cierta soltura por ese lugar, dejadle sólo, cerrad la puerta, para que pueda estar a sus anchas, no se distraiga y se concentre en lo que se espera de él... ¡ah! Y no sucumbáis, si llora. Es importante que tome un primer contacto con ese lugar en concreto para que lo identifique como aquél al que habrá de ir cuando tenga que hacer sus "cositas" siempre que sea menester.
Mientras se queda solo en ese lugar, aprovechad para vaciar el coche, preparar su camita y su cena, desempaquetar sus juguetes, etc. Es importante que esto se haga sin que él esté presente, de manera que no se distraiga ni olvide lo que en ese momento es su cometido fundamental... liberarse de todo aquello que "le pesa" en la tripa y la vejiga.
Esto es muy importante porque de lo contrario, es casi seguro que ese primer pipí haciéndolo en cualquier otro lugar y como los perros son animales de costumbres... ese “otro” sitio concreto él elija como WC particular, tal vez no sea, ni mucho menos, ¡el más adecuado!
He aquí la primera ocasión de que exhibáis vuestra paciencia pues puede ser cuestión de minutos o de horas que el animalito se decida a hacer lo que esperáis de él. Toda vez que vuestro nuevo y flamante cachorrito haya superado este primer trance con éxito, ya podéis ofrecerle un cuenco con agua y otro con su comida habitual (importante que sea la misma que ha comido hasta ahora, sino le causaras trastornos intestinales, ya tendrás tiempo de cambiársela si no te gusta), colocados en el lugar que hayáis dispuesto para ello (quizás la cocina, o algún rincón de un pasillo, etc.). Cuando haya bebido y quizás también comido (aunque algunos cachorros son más reticentes que otros a la hora de probar su primer bocado en un lugar para ellos “extraño” y pueden tardar incluso un par de días en animarse a hacerlo, será el momento de permitirle que se ponga a investigar el resto de la casa.
Es probable que esté algo inapetente, pero importante es también NO MEZCLAR NADA DE OTRA COMIDA MÁS SABROSA con la suya. Nada de caprichos. No le estaríais haciendo ningún favor, sino malcriándole. Ya comerá cuando el hambre azuce. No olvidéis que se trata de un cachorro, pero no de un bicho tonto y que sabría aprovecharse muy bien de vuestra propia debilidad, en esto (y en ¡tantas otras cosas!), para tratar de manipularos y dominaros... Así es que… ¿concesiones?, ¡ni una!
Otro reto para vuestra paciencia. Porque querrá mordisquearlo todo y habrá que irle corrigiendo paso a paso, con voz firme pero al tiempo con suavidad para no amedrentarle, utilizando como refuerzo a las acciones bien hechas el consabido “MUY BIEN” y la palmadita, acuclillándose para que os sienta más próximos y no como una amenaza, o un “NO” bien sonoro acompañado de una palmada no menos sonora y quedándose erguidos, cuando haya que corregir alguna acción.
Más adelante, un vez que hayan pasado unos días y este más o menos acostumbrado a su nuevo hogar, llega la hora de corregirle seriamente, cuando muerda o gruña en casa prueba a reñirle como haría su madre o un perro adulto, primero un aviso un CHISSTT si continua, NO seco, sin gritar, después, si el peque insiste, un toque con el dedo en la trufa, suave, se trata de avisar no de hacerle daño, después si sigue insistiendo, le coges del pellejo del cuello le levantas las dos patas delanteras del suelo y le das una sacudida (ligera, no se trata de zarandearlo, solo de indicar que no), seguramente chillara como si le estuvieses matando, no te preocupes, es solo un mecanismo de defensa que le ha dotado la naturaleza para evitar que le hagan excesivo daño, a él no se lo harás, luego, durante un rato (de tres a cinco minutos) ignórale, haga lo que haga, pero sin sacarlo de la habitación
Su madre o un adulto también lo haría... primero gruñir (nuestro chisstt), si insiste, gruñir mas fuerte enseñándole los dientes (el NO), si insiste un ladrido seco con un bocado al aire (el toque en la trufa) y por ultimo, mordisco en el pescuezo.
Si cada vez que lo hagas, le enseñas el dedo, con solo verlo, el cachorro entienda que lo que esta haciendo es algo no adecuado, así conseguirás corregirle sin grandes complicaciones y sin tener que decir nada.
Ya desde el primer momento es imprescindible y de vital importancia tener en cuenta que si hay algunas habitaciones de la casa que se pretenda tenerle vedadas en el futuro (dormitorios de los niños o de los adultos, salón principal, etc.), ni siquiera en el momento de la primera toma de contacto y de la primera exploración de su nuevo hogar, se le permita su acceso a ellas. Lo mejor, tener esas puertas cerradas y pasar de largo.
Cuando el cachorro haya hecho sus necesidades, saciado su sed, quizás incluso comido algo, inspeccionado su nuevo entorno, es probable que de muestras ya no de timidez o acobardamiento sino de cansancio puro y duro. No en vano tantas experiencias nuevas habrán hecho mella sobre su “maltrecho corazoncito” y por lo tanto es probable que esté necesitando una buena dosis de descanso y tranquilidad. Guiadle nuevamente a su WC particular para que vaya aprendiendo el camino y tened en cuenta que es fundamental que desde el primer momento el acceso a este lugar siempre esté fácil (una puerta cerrada a destiempo en el itinerario previsto es una limitación que le hará optar por hacer sus necesidades dónde pueda, no dónde vosotros queráis). Luego, es el momento de llevarle a su cama y dejarle descansar, que buena falta le hará.
No siempre resultará fácil hacer comprender a los humanos (sobre todo a los niños) de la casa que su nuevo amiguito necesita un descanso, una tregua, un momento de recogimiento, pero hay que hacerlo. El argumento a utilizar para que lo comprendan es bien sencillo; todos vais a tener por delante muchos días, semanas, meses y años para disfrutar de su compañía y si queréis que crezca sano y equilibrado, habrá que respetar sus horas de sueño como se respetan las vuestras. No lo olvidéis, un cachorro es un bebé. Y un bebé necesita dormir y descansar. Un cachorro, también.
Previamente habréis decidido cuál será el lugar de descanso del animal y lo tendréis también ahí todo preparado; cama, bebedero, juguetes y algún mordedor, quizás incluso un parque o una jaula plegable o un trasportín en el que confinarle para que no pueda hacer ninguna trastada durante la noche, mientras toda la familia descansa y nadie le vigila. La decisión va a depender mucho del tamaño del animal, del nivel de actividad de cada raza, de sus necesidades específicas, de su edad y por lo tanto sería muy conveniente haberlo hablado y consultado previamente con el criador o el vendedor para no dar palos de ciego.
Una vez más habrá que poner a prueba la paciencia de cada cual, porque lo normal es que al verse sólo el cachorro lloriquee. Y no hay que dejarse llevar por sus lamentos ni sucumbir a sus demandas, sino hacer oídos sordos y esperar a que poco a poco se tranquilice y se duerma. El sonido constante del tic-tac de un viejo reloj o la música de alguna emisora de radio pueden ser vuestros aliados para paliar la soledad del pequeñajo y ayudarle a quedarse tranquilo. Pero es esencial no acudir a su llamada, por muy insistente que esta sea, pues de lo contrario habrá aprendido un truco para teneros siempre en solfa.
Lo normal es que un cachorro no aguante más de cuatro o cinco horas sin aliviar sus necesidades fisiológicas, ni siquiera estando confinado en una jaula; para evitar males mayores o bien se organizará la forma de sacarle a hacer pipí en mitad de la noche al lugar elegido, o se le proveerá de un espacio cubierto de periódicos en el que pueda aliviarse cuando le venga en gana. No será hasta los seis o siete meses cuando el cachorro sea capaz de controlar esfínteres durante siete y ocho horas seguidas! En todo caso, a la mañana siguiente la prioridad número uno de la persona responsable del cachorro (léase, el hijo mayor, la madre o el padre o la tata) será la de llevarle a hacer su pis y su caca allá dónde sea menester antes que ninguna otra cosa.
Los perros son animales de costumbres y cuanto antes aprendan una rutina, mejor que mejor. Y rutina es algo que agradecen especialmente pues les permite saber lo que se espera de ellos y, haciéndolo bien y siendo compensados por eso, estarán más que deseosos de satisfacer a todos los miembros de su nueva familia, cosa que harán encantados.
En las cuarenta y ocho horas posteriores a la llegada a casa y la primera toma de contacto con su nuevo hogar, la mecánica ha de ser siempre la misma. Sólo que poco a poco iréis introduciendo algunas novedades; novedades que son propias de vuestra rutina habitual. Usar el lavavajillas o la lavadora, el aspirador; encender el equipo de música o la televisión; guisar, tender la ropa, planchar o coser; escribir en el ordenador, etc., etc.. Cosas que hacéis s habitualmente y para las que a partir de ahora vais a contar con un nuevo espectador de excepción, lleno de curiosidad y de muy "malas" intenciones... usad el "NO" y el "MUY BIEN" a discreción.
En este periodo de adaptación inicial, tras la llegada a casa, también es importante que vayáis acostumbrando a tu perrito a pasar tiempo sin vosotros y no solo mientras esté profundamente dormido (dormirá más horas de las que vosotros quisierais, y eso es bueno, creedme) sino también mientras está perfectamente despierto y dispuesto a pasárselo en grande. Para ello, de vez en cuando, encerradle en su lugar de confinamiento (habitación propia, parque plegable, jaula, etc.) de tal manera que os pierda totalmente de vista, ¡física y olfativamente! Y cuando esto hagáis recordad que no podéis sucumbir a sus lloriqueos. He aquí otra manera de poner a prueba vuestra paciencia.
Esto que parece una crueldad, es sin embargo importante para que el animal aprenda que no siempre puede ser el centro de atención y que no siempre vais a estar ahí, para reírle todas las gracias… De esto dependerá en gran medida (¡no podéis imaginar cuánto!) que el día de mañana vuestro perro no sufra de la tan traída y llevada ansiedad de la separación.
Tiene que aprender a estar solo y a entretenerse con sus juguetes o, sencillamente, a dormirse plácidamente pues, antes o después, como es lógico, todos y cada uno tendréis que retomar vuestras vidas donde las dejasteis el día que recogisteis a vuestro cachorro, y habrá que ir a trabajar, al cole, a la compra… y la casa se quedará vacía.
Todas estas pequeñas “normas” tienen que ser de “cumplimiento obligado”. No vale que un miembro de la familia sea estricto y los demás permitan que el cachorro campe por sus respetos. Lo que hoy es blanco, mañana será blanco y lo que hoy es negro, mañana negro también. La gama de grises está prohibida. El cachorro tiene que tener referentes, como los ha de tener un niño de corta edad. Y esos referentes, cuanto antes se tracen, antes producirán efectos beneficiosos no sólo para él sino para que reine la armonía en casa y todos disfruten de una convivencia feliz y sin sobresaltos. No valen los mensajes equívocos ni las medias tintas. No vale el hoy sí, mañana no. No valen las concesiones porque hoy es pequeñito, pues crecerá rápido y lo que hoy se le permita querrá ponerlo en práctica mañana. Y no se le va a querer más por mimarle en exceso ni por consentirle en demasía. Las normas, bien utilizadas, son positivas. Sirven de referente. Ayudan a educar mejor y más rápidamente al cachorro. Y, creedme, a la postre todos agradeceréis el haber sabido estar a la altura. _________________ Es dificil ser humilde cuando compartes la vida con un bullmastiff
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