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Comportamiento compulsivo en perros


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-Ukyo-

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MensajePublicado: 13/02/2011 20:23
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Os dejo un artículo interesante. Me he tomado la libertad de editar ciertas partes del artículo y una de las tablas, porque se daban dosis exactas de medicamentos y no quiero que la gente tenga disponibilidad de tales datos, que luego pasa lo que pasa.

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Comportamiento compulsivo en perros

Resumen del Simposio Friskies sobre comportamiento de pequeños animales, 1998


A. U. Luescher

Nacido en Suiza, el Dr. Luescher obtuvo su título de doctor en medicina veterinaria en Zurich en 1979 y continuó su formación como estudiante graduado en la Universidad de Guelph entre 1979 y 1982. De 1982 a 1984 prestó servicios como asociado de investigación en la Oficina Federal de Veterinaria en Berna, Suiza, y de 1985 a 1997 desempeñó el cargo de profesor asistente de etología en la Universidad de Guelph, Canadá. En 1984 obtuvo un doctorado en comportamiento animal. Obtuvo el título de especialista en conducta aplicada de animales por la Sociedad para el Comportamiento de Animales y recibió la diplomatura del American College of Veterinary Behaviorists (ACVB). El Dr Luescher es profesor asociado de conducta de animales y director de la Clínica de Comportamiento Animal en la Universidad de Purdue, W. Lafayette, EE.UU. Actualmente es miembro de la junta examinadora del ACVB, donde actúa como vicepresidente.


Introducción

Es sabido desde hace tiempo que perros, por lo demás sanos, (así como gatos y la mayoría de las demás especies mantenidas en cautividad) pueden presentar comportamientos anormales extraños. Estos comportamientos parecen anormales porque se producen fuera de contexto, suelen ser exagerados, se dirigen hacia estímulos u objetos no naturales y suelen repetirse de manera constante. En la Tabla 1 se presentan ejemplos de tales comportamientos.

En animales de compañía, estos comportamientos han sido considerados por muchos como crisis epilépticas o posibles expresiones de otros trastornos neurológicos como el hidrocéfalo. Es interesante destacar que en otras especies, estos comportamientos, especialmente las estereotipias, han sido considerados siempre conductas conflictivas inducidas por el confina¬miento y se han vinculado a prácticas concretas de manejo de animales (Wiepkema, 1985). Se produjo un importante adelanto en el conocimiento de estos comportamientos anormales en animales de compañía cuando se estableció el paralelismo entre ellos y el comportamiento estereotipado del ganado y animales de zoológico (Luescher et al., 1991). Otro adelanto importante fue el reconocimiento de que estos comportamientos compartían similitudes con el trastorno obsesivo-compulsivo del ser humano (Goldberger y Rapoport, 1990). La identificación de estos hechos permitió el desarrollo de hipótesis de trabajo sobre el origen, el desarrollo y la neurofisiología de estos comportamientos.

El grupo del autor (Colegio Veterinario de Ontario y, en la actualidad, Universidad de Purdue) decidió denominar "compulsivos" a estos comportamientos en lugar de utilizar el término humano "obsesivo-compulsivo" (Hewson y Luescher, 1996), dado que en el momento actual se desconoce el grado de similitud entre el proceso mental humano y el canino.

Aunque se ha comenzado a validar el diagnóstico del trastorno compulsivo (Hewson, 1997), son necesarios trabajos adicionales al respecto. Como definición de trabajo del trastorno compulsivo (TC), Hewson y Luescher (1996) propusieron la siguiente: "Comportamientos que si bien aparecen habitualmente debido a un conflicto, se observan subsiguiente¬mente fuera del contexto original. Los comportamientos podrían compartir una fisiopatología similar (por ejemplo, alteraciones en los sistemas de la serotonina, la dopamina y la beta-endorfina). Los comportamientos compulsivos parecen anormales porque se observan fuera de contexto y son a menudo repetitivos, exagerados o persistentes".


Tabla 1. Ejemplos de comportamientos compulsivos caninos



Causas del trastorno compulsivo

Los trastornos compulsivos se consideran una expresión de estrés, frustración y/o conflicto (Luescher et al., 1991). Frustración se refiere a la situación en que si bien un animal está motivado para realizar un comportamiento, se impide que lo haga. El término conflicto puede utilizarse como término general que incluya la frustración, o puede referirse específicamente al conflicto motivacional, es decir, al conflicto resultante de dos motivaciones opuestas, de intensidad similar (como aproximación y retirada). Varias formas de comportamiento conflictivo son causadas por frustración o conflicto y han sido estudiadas en una gran variedad de especies (Hinde, 1970). Frustraciones y conflictos prolongados y particularmente repetidos pueden generarlos comportamientos conflictivos que den lugar al trastorno compulsivo.

Los casos clínicos demuestran que es bastante obvia la existencia de algunos comportamientos compulsivos que son más o menos específicos de determinadas razas. Las predisposiciones de diferentes razas hacia los comportamientos compulsivos se presentan en la Tabla 2. Este hallazgo indica la posible existencia de factores genéticos que controlen el desarrollo del TC: algunas razas pueden ser especialmente susceptibles al desarrollo del TC, mientras que otras pueden presentar un comportamiento compulsivo concreto si el entorno es proclive al desarrollo del TC.


Tabla 2. Predisposiciones aparentes de razas hacia comportamientos compulsivos


Lesiones o irritaciones físicas como las causadas por la alergia, parecen desencadenar el TC en algunos casos. Se considera que el estrés asociado a una lesión o irritación puede contribuir al desarrollo del TC en un animal ya susceptible, y que la irritación puede dirigir inicialmente el comportamiento hacia una zona concreta del cuerpo. Esta teoría es sustentada por casos en que un perro empieza a lamerse una lesión o diferentes suturas, pero que a continuación también procede a lamerse otras partes del cuerpo, causando de este modo granulomas por lamido en zonas no relacionadas con la lesión.

La atención del propietario puede reforzar comportamientos compulsivos existentes o condicionar comportamientos conflictivos normales, de manera que se manifiesten como compulsivos. La realización del comportamiento sólo en presencia del propietario es sugestivo de una conducta condicionada. La patología que incrementa el estrés y/o la irritabilidad puede contribuir al TC, así como otros problemas de comportamiento generadores de estrés (por ejemplo, un conflicto de dominancia o la ansiedad por separación) o ciertos rasgos temperamentales (por ejemplo, timidez).


Fisiopatología del trastorno compulsivo

La fisiopatología del TC no se conoce en todos sus extremos. La mayor parte de la evidencia procede de los efectos de fármacos sobre la realización del comportamiento compulsivo. Dosis elevadas de fármacos dopaminérgicos, como anfetamina y apomorfina, son eficaces en la inducción del comportamiento estereotipado en animales, mientras que el antagonista de la dopamina, haloperidol produce la supresión del comportamiento estereotipado de aparición espontánea (Kennes et al., 1998).

Las beta-endorfinas han sido implicadas en la estereotipia, dado que los bloqueantes de los receptores de beta-endorfina pueden ser eficaces en reducir las estereotipias. Sin embargo, ya no se mantiene el concepto de que la realización de las estereotipias es gratificada por la liberación de endorfinas: el confinamiento de caballos no produjo un incremento de los niveles de endorfinas en la sangre y, en realidad, su sensibilidad al dolor aumentó durante el confinamiento en comparación a cuando no eran confinados (Lebelt et al., 1996). Además, se ha sugerido que las beta-endorfinas pueden desempeñar un papel significativo sólo inicialmente en el desarrollo del comportamiento estereotipado (Kennes et al., 1998).

En virtud de las similitudes entre el TC en animales y el trastorno obsesivo-compulsivo en humanos, se han utilizado fármacos inhibidores de la recaptación de serotonina para tratar a perros afectados de TC (Goldberger y Rapoport 1990). La eficacia de estos fármacos implica que la serotonina participa en el TC en animales. También se ha presentado una evidencia directa de la implicación de la serotonina (Vanderbroek et al., 1995). Sin embargo, el papel que desempeña la serotonina en el TC no se conoce en todos sus extremos (Insel et al, 1990).


Desarrollo del comportamiento compulsivo

Aunque a partir de los datos clínicos parece que muchos casos diagnosticados de TC pueden basarse en el patrón de desarrollo sugerido en la definición de trabajo mencionada anteriormente, en otros no es así. La definición implica que los comportamientos compulsivos se observen por vez primera en una situación conflictiva (comportamiento conflictivo agudo o normal), sin embargo en caso de conflicto prolongado o repetido puede observarse en cualquier otro contexto que ocasione niveles de excitación elevados. Aunque es necesario un análisis ulterior del material de casos para establecer una conclusión definitiva, parece que este concepto de desarrollo es válido para comportamientos compulsivos locomotores. Sin embargo, los comportamientos orales, autodirigidos, parecen observarse en un día sin conflicto inicial identificable y se realizan a un ritmo constante en contextos con escasa estimulación externa, es decir, cuando el animal parece tranquilo (aunque su nivel de estimulación puede ser elevado). A menudo parece como si el perro tuviera que realizar el comportamiento compulsivo oral para poder serenarse.


Comportamiento compulsivo en un Bull Terrier


Por tanto, existe cierta evidencia de que el TC no es un proceso homogéneo y que podrían existir dos o más clases de comportamiento compulsivo. Los datos adicionales proceden de estudios neurofisiológicos, en los que se sugiere que los comportamientos estereotipados orales y locomotores pueden ser controlados por diferentes sistemas encefálicos (Cabid, 1993). Parece, sin embargo, que todos los comportamientos compulsivos están relacionados con la estimulación resultante del conflicto y/o el estrés, y clínicamente, no parece existir una diferencia en la respuesta al tratamiento entre los comportamientos compulsivos locomotor y oral. En un ensayo clínico efectuado en 51 perros con TC, el tipo de comportamiento observado no influyó sobre la respuesta al tratamiento con clomipramina (Hewson et al, 1998).


Diagnóstico

No se dispone de ninguna regla de oro para el diagnóstico del TC. El diagnóstico se basa en la observación del comportamiento, en datos históricos sobre su desarrollo y en la exclusión de procesos médicos.

El diagnóstico de TC se basa fundamentalmente en una historia detallada, que debe incluir información sobre el desarrollo del problema, la historia de la vida del animal y una descripción de los contextos en los que se observó el comportamiento inicialmente y en los que se observa en la actualidad. La descripción de los incidentes debe incluir el momento del día y el lugar, otros individuos presentes, el comportamiento del animal antes de que realice el comportamiento compulsivo, una descripción del comportamiento propiamente dicho, la reacción del propietario frente al comportamiento y las acciones del animal después de finalizar el comportamiento compulsivo. También debe anotarse con qué facilidad o dificultad puede distraerse al animal y los intentos terapéuticos previos.

Los comportamientos compulsivos se observan siempre fuera de su contexto natural, habitualmente en varios contextos diferentes y/o son excesivos. A menudo se dirigen hacia objetos inapropiados y son frecuentemente repetitivos o persistentes. El animal es plenamente consciente cuando realiza el comportamiento y conoce su entorno. El comportamiento suele poder interrumpirse (aunque en ocasiones se necesitan estímulos muy intensos) y el animal no presenta la fase postictal característica de las crisis epilépticas. La realización del comportamiento no depende de la presencia del propietario. El comportamiento compulsivo locomotor y las dentelladas al aire se observan normalmente, al principio en una situación conflictiva específica y posteriormente en un número creciente de situaciones en las que el animal está excitado. Es probable que los comportamientos compulsivos orales, autodirigidos, se observen en situaciones con escasa estimulación externa.

El análisis médico mínimo, incluye una exploración física y un examen neurológico básico, hemograma completo, perfil bioquímico y análisis de orina. En el diagnóstico diferencial debe considerarse el comportamiento conflictivo agudo, que se observa normalmente en animales en situaciones de conflicto o frustración. Otro proceso que debe excluirse es el condicionamiento operante, es decir, un comportamiento realizado alguna vez, posiblemente en una situación conflictiva, y que persiste debido a cierta forma de refuerzo (habitualmente la atención del propietario). Los trastornos neurológicos pueden causar un comportamiento repetitivo como el de giro, los procesos cutáneos pueden generar lameduras persistentes y excesivas, etc... También puede ser conveniente considerar algunas enfermedades sistémicas y la hipercinesia (Hewson y Luescher, 1996).


Tratamiento

El tratamiento consiste en modificación ambiental y conductual y, habitualmente, intervención farmacológica. En lo sucesivo, el tratamiento se enumera en el orden en que debe ponerse en práctica. Las fases se resumen en la Tabla 3. En la medida de lo posible debe identificarse y suprimirse la causa del problema. En algunos casos, sobre todo en los de comportamiento oral autodirigido, no es posible identificar una causa ambiental. En otros casos, puede identificarse, pero no suprimirse, una causa incitante; por ejemplo, algunos casos pueden iniciarse en forma de ansiedad por separación y progresar luego hacia un TC. La causa no puede suprimirse y el propietario debe seguir acudiendo al trabajo. En estos casos, cabe la posibilidad de desensibilizar al animal frente a la situación generadora de estrés (es decir, tratar la ansiedad por separación. La técnica de salidas programadas, utilizada en ocasiones con este fin, es un procedimiento de desensibilización.

Los factores generadores de estrés pueden actuar aditivamente, y una vez que se ha establecido el comportamiento compulsivo, el estrés ambiental puede actuar perpetuándolo. En consecuencia, debe intentarse reducir el estrés ambiental en la medida de lo posible.

La situación que mayor estrés genera en un animal es cuando éste carece de control y no puede prever lo que sucederá. Las interacciones casuales entre el propietario y el animal son, a menudo, inconsistentes y contribuyen a aumentar el estrés. Deben evitarse y ser sustituidas por interacciones altamente estructuradas en forma de orden-respuesta-recompensa. Las sesiones programadas de obediencia permiten obtener esta interacción regular, y también es probable que regularicen a largo plazo el comportamiento del propietario hacia el perro.

Los propietarios aplican frecuentemente un castigo, por ejemplo, en forma de regaño. Para que el perro asocie el castigo a la acción indeseable, éste debe aplicarse cada vez que se realice el comportamiento, inmediatamente después de la realización del mismo y con la intensidad correcta. Dado que es prácticamente imposible aplicar correctamente el castigo suministrado por el propietario, dicho castigo es imprevisible y, en consecuencia, genera estrés y no debe utilizarse jamás en perros afectados. Un ejercicio suficiente, sobre la base de un programa regular, puede actuar como medida inespecífica para reducir la excitación y contribuir a estructurar la rutina del perro.


El castigo como corrección es imprevisible


En la mayoría de los casos, particularmente en los que evolucionan desde hace tiempo, el tratamiento farmacológico puede resultar necesario. Al respecto, se han sugerido tratamientos con antagonistas de las beta-endorfinas, como la naloxona, el nalmefeno y la naltrexona. Los antagonistas de las beta-endorfinas experimentan un importante metabolismo de primer paso, poseen una semivida corta y la mayoría son eficaces por vía parenteral. Sólo la naltrexona está disponible en formulación oral, dado que en el ser humano, su metabolito principal, el 6-beta naltrexol, es un antagonista eficaz de las beta-endorfinas. Sin embargo, este metabolito no se forma en el perro (Garret y el-Koussi, 1985) y la supresión clínica del comportamiento compulsivo es transitoria (Dodman et al, 1998). A pesar de un trabajo en el que se respalda su eficacia a cierta dosis por vía oral 1 o 2 veces al día (White, 1990), su utilidad en el tratamiento del TC debe ser puesta en entredicho.

No se ha establecido la dosis de haloperidol para animales de compañía. Landsberg et al. (1997) proponen cierta dosis por perro, por vía oral 2 veces al día. Este autor lo ha utilizado en sólo unos pocos casos a cierta dosis por perro, invariablemente sin éxito.

Igual que acontece con el trastorno obsesivo-compulsivo en humanos, lo más probable es que la intervención farmacológica se acompañe de éxito con el uso de los inhibidores de la recaptación de serotonina. Se ha efectuado un ensayo clínico en 51 perros con diversos comportamientos compulsivos, a los que se administró el antidepresivo tricíclico clomípramina (Hewson, 1998). También se han efectuado ensayos clínicos en casos de dermatitis acral por lamido con clomipramina, fluoxetina y sertralina (Rapoport et al, 1992). Aunque la paroxetina también se ha utilizado clínicamente, su efecto no ha sido evaluado. En la Tabla 3 se presentan los fármacos recomendados, las pautas de administración, los efectos secundarios y las contraindicaciones. El autor suele continuar administrando el fármaco durante ciertas semanas después de la aparición de algún efecto y, a continuación, reduce la dosis gradualmente administrando 3/4 de la dosis durante 1 semana, 1/2 de la dosis durante 1 semana, 1/4 de la dosis durante 1 semana, tras lo cual suspende el fármaco por completo. Si durante el proceso de reducción gradual reapareciera el comportamiento, la dosis se incrementaría de nuevo y se mantendría en el nivel eficaz durante algún tiempo antes de reanudar la reducción gradual.


Tabla 3. Fases del tratamiento de los trastornos compulsivos


Es sumamente importante reducir gradualmente la dosis de los bloqueantes de la recaptación de serotonina. Durante el tratamiento con estos fármacos, el neurotransmisor se acumula en la sinapsis. Entre otros efectos, la consecuencia es una regulación descendente de los receptores. Tras la suspensión del fármaco, aunque la cantidad de neurotransmisor en la sinapsis se reduce bruscamente, los receptores siguen en situación de regulación descendente durante algún tiempo. Esto puede ocasionar un efecto de rebote, es decir, el comportamiento compulsivo puede reaparecer empeorado.

En casos persistentes o si el propietario se opone al uso de fármacos, puede ponerse en práctica un programa de contracondicionamiento (más correctamente denominado respuesta de sustitución). Si se escoge esta opción, para que sea eficaz el tratamiento debe administrarse con gran regularidad. Es muy importante que el perro no tenga nunca la oportunidad de realizar el comportamiento compulsivo. Inicialmente, el perro es entrenado con refuerzo positivo para realizar un comportamiento deseable que es incompatible con el comportamiento compulsivo (es decir, ambos no pueden realizarse al mismo tiempo).


La orden como sistema de tratamiento.


Un perro que lame su carpo podría ser entrenado para echarse con su cabeza en el suelo entre sus patas. Cada vez que el perro no pueda ser supervisado, se le expone a una situación que le impida realizar el comportamiento compulsivo (por ejemplo, se le coloca un collar isabelino alrededor de su cuello). Siempre que el perro pueda ser supervisado estrechamente (recomendamos a menudo el uso de un "cordón umbilical", es decir, la unión del perro a una persona mediante una correa), el perro se expone a una situación en la que puede realizar el comportamiento (por ejemplo, el collar se retira). Cada vez que el perro muestre alguna inclinación a realizar el comportamiento compulsivo, es distraído (sí es necesario tirando de una correa conectada a un collar tipo "halter"). En este momento se da la orden para el comportamiento alternativo. El perro realiza, o es obligado a realizar, el comportamiento alternativo y, a continuación, es gratificado. La recompensa puede retrasarse progresivamente, de manera que el perro deba permanecer en la posición elegida durante períodos de tiempo cada vez mayores antes de recibir la recompensa.

La distracción es muy importante. Si el perro no es distraído antes de darle una orden (es decir, atención), el intento terapéutico puede ocasionar un agravamiento del problema a través de un refuerzo involuntario del comportamiento.


Pronóstico

En la clínica de problemas de conducta del Colegio Veterinario de Ontario, la estrategia terapéutica mencionada anteriormente permitió que aproximadamente 2/3 de los propietarios se sintieran satisfechos con el resultado obtenido. El 1/3 restante incluía a propietarios con un cumplimiento deficiente del tratamiento, así como a propietarios que decidieron no intentar ningún tratamiento. Un análisis de múltiples casos reveló que el resultado era influido negativamente por la duración del problema (Luescher, 1997). En consecuencia, es importante tratar el TC lo más pronto posible.


Bibliografía

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Dodman NH, Shuster L; White SD et al. Use of narcotic antagonists to modify stereotypic self-licking, self-chewing and scratching behaviour in dogs. JAVMA 1988; 193: 815-819.

Garrett ER, el-Koussi AEA. Pharmacokinetics of morphine and its surrogates. V. Naltrexone and naltrexone conjugate pharmacokinetics in the dog as a function of dose. JPharm, Sci 1985; 74: 50-56.

Goldberger E, Rapoport JL. Canine acral lick dermatitis: response to the antiobsessional drug clomipramine. JAAHA 1990; 27: 179-182.

Hewson CJ. Clomipramine in dogs: pharmaco¬kinetics, neurochernical effects, and efficacy in compulsive disorder PhD thesis, 1997: Ontario Veterinary College, Guelph, Ontario, Canadá.

Hewson CJ, Luescher UA. Compulsive disorder in dogs. In: Readings in Companion Animal Behavior. VL Voith,PL Borchelt (eds) Trenton, NJ: Veterinary Learning Systems, 1996; pp 153-158.

Hewson CJ, Parent JM, Conlon PD, Luescher UA, Ball RO. Efficacy of clomipramine in the treatment of canine compulsive disorder: a randomized, placebo-controlled, double blind clinical trial. JAVMA 1998; in press.

Hinde RA. Animal Behavior 2nd edn. New York, NY: McGraw Hill 1970; pp 396-421.

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MensajePublicado: 17/03/2011 14:19
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Hola,

Me ha encantado el resumen que has colgado en el foro sobre comportamiento compulsivo en perros.

Verás ahora estoy bastante activa en Comunidad Canina Guau! Y me gustaría saber si podría ponerlo allí o si te importaría colgarlo tú mismo para que toda la gente que participa pueda leerlo.

Muchas gracias.
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-Ukyo-

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MensajePublicado: 17/03/2011 15:20
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Buenas.

El resumen no es mío, yo lo he tomado de una revista muuuuuy vieja, y he hecho las referencias necesarias, aparte de modificar las tablas por lo que comenté arriba.

De modo que si quieres ponerlo, puedes hacerlo. Por respeto a su verdadero autor sí te pediría que mantengas las fuentes que yo he mantenido aquí.

Un saludo.
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Manel

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MensajePublicado: 19/03/2011 13:06
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un articulo muy bueno ukyo
un saludo
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Patty

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MensajePublicado: 22/03/2011 04:39
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Buen articulo y super interesante, Ukyo. Gracias. besito
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