Publicado: 20/09/2010 22:56
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No hay problema en que escribas "tanto" Verdi, créeme, OJALÁ la gente escribiera tanto y tan bien como para entender sus consultas.
A ver, yo creo que tu perro no se ha "olvidado" de lo que sabe. Se habrá deshabituado por estar tanto tiempo sin practicarlo. A todos nos pasa lo mismo, a mí me cuesta muchísimo coger hábitos universitarios cuando he estado todo el verano haciendo lo que me ha venido en gana. Vuelve a recordarle a tu perro las costumbres y verás como en unos días se relaja, pero no te defraudes ni te pongas nerviosa si ves que tarda un poco.
Por otro lado, a mí me pasa lo mismo que a ti con mi perra Kira. Quiere muchísimo más a mi madre que a mí, y eso que he sido yo la que la ha educado y enseñado mil cosas, jugado con ella hasta el agotamiento, dado de comer... pero también quien la ha reñido. A veces creo que me interpreta como una "hermana" humana, y no como el líder absoluto de la manada, que sería mi madre. De ahí esa devoción. Actualmente ya me da un poco de igual, yo sigo disfrutando muchísimo de la perra y es lo único que me importa. Pero parece cierto aquello de que los perros "eligen" a su dueño. Si hablas con alguien que tenga hijos pequeños verás que muchas veces les preocupa lo mismo, que prefieren estar con un progenitor antes que con el otro, a pesar de que este último sea el que les dedique más cariño, atención... etc. Ni se puede cambiar, ni es preocupante, así que haces mejor en no tener esa rabia.
Yo creo que si ha cogido la costumbre de dormir en el cuartito, no es necesario cambiarla. De hecho, a mí me parece que para dormir están mejor en un sitio pequeño y refugiado, a modo de "madriguera". Pero si te sabe mal que esté cerrado, déjale la puerta del cuartito abierta para que pueda salir y entrar, dejándole claro que su sitio para dormir donde está su cama es el cuartito, aunque ahora tenga libertad para desplazarse por la casa.
Un saludo. _________________ El hecho simple de que mi perro me quiere más que yo a él constituye una realidad tan innegable que, cada vez que pienso en ella, me avergüenzo. - Konrad Lorenz
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