Baudin Veteran@ 
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Publicado: 22/02/2009 23:39
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No es nada infrecuente que los perros se asusten con ciertos ruidos, en especial con los truenos, los cohetes y petardos y otros igual de contundentes. Unas veces este temor puede ser el resultado de experiencias previas poco agradables relacionadas con algún estruendo, pero en otras ocasiones ocurren incluso si los animales no han vivido ningún tipo de situación traumática que lo justifique. En muchos casos, cuando los perros se asustan con algún impacto sonoro, suelen salir corriendo despavoridos sin una dirección concreta y esto puede ser motivo de accidentes de todo tipo; bien porque el animal esté en un parque y al salir corriendo acabe atropellado, por ejemplo, o porque, en su huída se acabe perdiendo por las calles de la ciudad, sin saber regresar a dónde quedó su amo. De hecho, esta necesidad de alejarse del lugar dónde se escucha ese ruido, es una forma de dar rienda suelta a la ansiedad que tal ruido produce en el sujeto, como si de alguna manera correr a lo loco fuera a salvarle del ruido mismo.
Si estos temores no se tratan a tiempo, lo normal es que vayan a más y la sensibilización del perro se multiplique con lo que, si al principio el miedo se presentaba sólo ocasionalmente, poco a poco esas manifestaciones se van haciendo recurrentes y las causas de temor se multiplican; ya no ocurre solamente una vez al año con motivo de las Fallas, o las Fiestas de Moros y Cristianos, o en Carnaval, sino que incluso el ruido del aspirador encendido, o la caída de algún objeto pesado al suelo, o el estampido que produce una puerta que se cierra por una corriente de aire estimulan en el animal la necesidad perentoria de echar a correr despavoridos.
Por eso resulta tan importante acostumbrar a los cachorros a toda clase de ruido ; es lo que se llama la habituación, una disciplina importante dentro de la socialización misma. Por decirlo de alguna manera, la habituación consiste en un proceso mediante el cual el individuo se acostumbra a toda clase de estímulos medioambientales que interpreta como no-amenazadores, aprendiendo a ignorarlos.
La importancia de una correcta socialización de los cachorros, una “disciplina” a la que está obligado todo criador responsable primero y luego todo propietario igual de responsable, mediante la cual se ofrece a los pequeños la oportunidad de enfrentarse a distintas situaciones y a tratar con otros congéneres de distintas edades, además de con los propios hermanos de camada y la madre, durante el periodo crítico que transcurre entre las 3 semanas de edad y en los meses sucesivos. Hoy sabemos que si durante ese periodo crítico, el animal no recibe los necesarios estímulos y no es correctamente socializado ni habituado, le resultará mucho más difícil e incluso en los casos más graves imposible, vivir en sociedad. De hecho a mayor privación de medios para una correcta socialización, mayor desajuste e inadaptación.
Está perfectamente comprobado, que si los cachorros desde la más tierna edad, se acostumbran a ser manipulados por la mano del hombre, a su compañía y a su ambiente, y asimismo se les enseña a tolerar toda clase de ruidos y a desenvolverse en todo tipo de situaciones, luego serán individuos perfectamente adaptados socialmente, que no mostrarán temor ni inseguridad, ni siquiera cuando se les pongan delante estímulos nuevos y diferentes de aquellos otros que ya les son familiares. Los experimentos llevados a cabo en el año 1961 por Freedman, King y Elliot vinieron a demostrar que la edad de tres semanas de vida debe considerarse como aquella en la que empieza el periodo crítico para la socialización e interacción ambiental de los cachorros y también es en ese momento cuando los pequeños pueden comenzar a desarrollar relaciones sociales entre sí y con otras especies; coincide este momento con aquél en el que los cachorros comienzan a ver y a oír y a ser capaces de una movilidad cada vez más sofisticada. Tanto es así que estos mismos investigadores pudieron demostrar mediante sus experimentos que los cachorros a los que se les permite interaccionar con humanos entre los 21 y los 35-40 días de vida, serán capaces de mantener una relación perfectamente estable y confiada con éstos, mientras que esos otros a los que antes de los 40 días no se les permite relacionarse con el Hombre, serán mucho más aprehensivos en su interacción con este y su mundo. Peor aún, si se mantiene a los cachorros apartados del contacto humano hasta las nueve semanas y en adelante, esos animales se comportarán como auténticos salvajes. Y decir que los perros han de relacionarse con el ser humano significa que puedan convivir en el mundo que nosotros hemos creado, un mundo en el que amén de muchas otras cosas, existe el Ruido con mayúsculas.
Lo cierto es que los perros que presentan fobias a los ruidos, lejos de desensibilizarse con el tiempo, lo que van es acumulando más cantidad de miedo y si al principio temían a los truenos, pueden acabar por tener miedo de los relámpagos que los acompañan, de la lluvia que pega fuerte en los cristales, del viento huracanado que se cuela por las rendijas de las ventanas e incluso de las nubes negras que presagian tormenta! Y de la misma manera si temen al aspirador cuando está funcionando, acabarán por tenerle miedo incluso si se topan con él mientras está apagado. Lo mismo puede ocurrir con los cohetes… al principio son los que suenan a lo lejos los que le asustan, pero andando el tiempo acabarán teniendo miedo de los petardos que manejan los niños de la casa o de los propios niños, por el hecho de ser quienes los manipulan.
¿Y entonces qué?, pues bien, para evitar males mayores, en el momento mismo en que se aprecie que un perro, cualquiera que sea su edad, empieza a manifestar miedo a cualquier tipo de ruido, hay que tratarlo y desensibilizarlo. Y para hacerlo, se emplearán distintos procedimientos.
En algunos casos, cuando por ejemplo el perro se muestre asustado por la tormenta o por el estruendo de los petardos, bastará con distraerle con alguna actividad de las que le gusten; a veces habrá que ponerse a jugar con él a la pelota o darle un enorme hueso que roer, de tal manera que mientras el estimulo desagradable esté operando, el animal esté tan entretenido con otros menesteres, que asocie lo malo con lo bueno y, en cierto modo, acabe por agradecer que haya truenos o se suelten cohetes porque eso significa jugar y disfrutar del más delicioso de los manjares. Si esto no funciona, es decir si el animal presta más atención al estimulo desagradable que a lo que de bueno se le pone delante, entonces habrá que emplear otro método, el de la modificación de conducta.
Las técnicas conductuales se basan en el contra-condicionamiento y en la desensibilización o lo que es lo mismo, se trata de que el perro vea reducidas sus fobias y temores mediante ciertos condicionamientos explícitos que le hagan responder de manera no temerosa a los sonidos que hasta ese momento le daban pánico. Obviamente, en los casos más críticos, estas técnicas se han de llevar a cabo por expertos y se pondrán en práctica de forma gradual. No todos los propietarios podrán desarrollar el método por sí mismos, sino que deberán solicitar la colaboración de personas especializadas en conducta canina, que expondrán al animal a ruidos similares pero menos intensos mientras le entretienen con actividades divertidas, ruidos que poco a poco se irán incrementando cuando se vaya viendo que el sujeto fóbico va respondiendo positivamente, de manera que con el tiempo el animal sea capaz de asociar “cosas buenas” con esos ruidos que antes tanto temía.
Sin embargo en ocasiones será posible que sea el propio dueño quien se ocupe de desensibilizar al perro asustadizo. Para ello se puede por ejemplo utilizar una grabación sonora de cohetes o disparos, o ese otro ruido al que el animal se haya mostrado especialmente sensible en el pasado. Al principio y durante unas pocas sesiones, se hará sonar la grabación muy bajo, a sabiendas de que así el ruido no le asuste y mientras suene, se le dará al perro su comida favorita, o un juguete que le resulte especialmente atractivo o se jugará con él.
Cuando se haya comprobado que el perro no se muestra afectado por esa grabación a bajos decibelios, se volverá a emplear el mismo método de la comida atractiva, o del juguete o del juego, pero subiendo un poco el tono y así durante unas pocas sesiones más. Obviamente esta no es una píldora milagrosa y por lo tanto la desensibilización no se va a producir en dos o tres o cuatro sesiones; será cuestión de días y días, de semanas e incluso de meses. Es importantísimo tener mucha paciencia e ir poco a poco, porque si esta técnica no se utiliza correctamente, más que producir un beneficio puede acabar siendo contraproducente. En el caso de las tormentas no resulta tan fácil la desensibilización porque además del ruido mismo de los truenos, el animal puede mostrar sensibilización a los cambios barométricos que se producen durante éste fenómeno, por lo que será casi siempre imprescindible contar con la colaboración de un experto y a veces incluso se hará necesario utilizar ciertos fármacos especiales, que sólo el Veterinario está capacitado para recetar.
Un último apunte que debo hacer antes de terminar es que, tan importante como es una correcta desensibilización lo es no castigar al animal cuando se asusta, no perder los nervios, no mostrar ira ni decepción; no encerrarlo en una habitación o en su canil cuando se encuentre bajo la presión del impacto acústico que le atemoriza, ni tampoco obligarle a acercarse o permanecer cerca de la fuente sonora, pues el perro no sólo se sentirá más asustado sino que, como mecanismo de defensa, puede volverse incluso agresivo. _________________ Es dificil ser humilde cuando compartes la vida con un bullmastiff
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