Baudin Veteran@
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Publicado: 13/01/2009 22:17
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Te reproduzco un Articulo de Christina de Lima-Netto al respecto, espero que te sea de utilidad
Es muy frecuente que ante la perspectiva del inminente nacimiento de un nuevo bebé, los futuros papás se pregunten, preocupados e inquietos, cómo lo aceptará el “rey de la casa”, máxime si, hasta ese momento,
el tal “rey” no ha tenido competencia…
Los celos aparecen en escena y, dependiendo de la forma en que actúen
los propietarios, así reinará o no la armonía en la casa durante los siguientes meses. Felizmente para todos, hay una serie de pequeños trucos para asegurar que el perro acepte al recién-llegado sin demasiados problemas.
Por: Christina de Lima-Netto
“CASTRO-CASTALIA” Bullmastiffs
De la misma manera que un hijo único cambia radicalmente de comportamiento con el nacimiento de un hermanito, ocurre que el perro, tanto si se trata de un macho como de una hembra, que no haya tenido que competir previamente con un “cachorro” humano, puede sentir grandes celos de un bebé humano. Y, lo que es peor, puede manifestar su desagrado y rechazo de mil maneras.
Lo más probable es que, al verse desplazado, comience a actuar como lo hizo de cachorro, haciéndose pis y caca por las esquinas, vomitando lo que come, mordiendo otra vez las patas de las sillas de la cocina, aullando como un poseso cuando se quede solo en casa… en suma, haciendo toda clase de “trastadas” para intentar llamar la atención de sus dueños que, entusiasmados con el retoño, le han dejado a un lado de manera muy ostentosa. Este comportamiento no difiere demasiado de ese otro que pone en práctica el niño de la casa que hasta ese momento no ha tenido que competir con un hermano más pequeño y que, otra vez, vuelve a pedir a gritos un chupete, o vuelve a orinarse en la cama por las noches, o baja su rendimiento en el cole, o parece más despistado… son manifestaciones todas ellas que tienen mucho, muchísimo, que ver con los celos.
En el caso de los niños, estas actitudes suelen acabar siempre que los padres, atentos al problema, se ocupen un poco más de su primer hijo, le presten más atención, le hagan sentirse más partícipe de todo lo que tiene que ver con el bebé recién llegado, le hagan sentir que sigue siendo importante, que nada ha cambiado, que le siguen queriendo igual.
Y, por increíble que parezca, algo parecido tiene que ocurrir con el perro celoso. Es imprescindible darle a entender que el hecho de que haya llegado a casa un bebé humano no tiene por qué significar que él vaya a ser menos importante en la estructura familiar… así de fácil, así de complicado. Y es que, claro, llegados a este punto, habrá que preguntarse ¿eso, como se hace?, porque indudablemente no le vamos a poder pedir al perro que ayude a cambiar un pañal, que abra el grifo del agua caliente para prepararle el baño al chiquitín, o que ponga a calentar el cazo con el agua del biberón. Ciertamente ninguna de estas cosas será posible. Pero eso no significa que no haya muchas otras que puedan hacerse para que el animal no se sienta desplazado.
Pero empecemos por el principio… Antes que nada el propietario responsable de un perro habrá podido “preparar” con antelación al animal para lo que se le viene encima. Me explico. Un embarazo dura algo más que un estornudo ¿no?, y por lo tanto, desde el momento en que se usa el test de la ranita hasta el alumbramiento en sí y el regreso a casa con el recién nacido habrán transcurrido casi nueve meses. Tiempo suficiente para re-educar convenientemente al perro, para corregir ciertos problemas de comportamiento que hasta ese momento han quedado sin atender, para hablar con expertos en comportamiento animal, con el veterinario, con amigos que hayan pasado por la experiencia previamente, con el criador del amigo peludo, si este es una persona que se preste a asesorar al dueño en todo lo relativo al cuidado del animal, etc. etc.
Durante el compás de espera, los dueños pueden, como digo, poner al perro en su sitio; reubicarlo, por decirlo de alguna manera, dentro de la estructura social de la familia (ver Fig. 1). De esa manera, cuando llegue el gran día en que los felices y orgullosos papás lleguen a casa con el bebé, todo estará en perfecto orden.
Más aún, es frecuente que desde el momento del parto hasta que se produce en alta médica, transcurran al menos un par de días; sería ideal que en ese tiempo, alguien se ocupara de ir a casa y llevarle al animal, directamente desde la Clínica, alguna pieza (una toalla, por ejemplo, o una mantita, o incluso un juguete nuevo para el perro) que estuviera impregnado con el olor del recién nacido; esto permitirá que se vaya acostumbrando a todo ese elenco olfativo.
Luego, llegado el gran día, lo primero y principal es que una vez que la madre regrese a casa de la Clínica dónde haya dado a luz, permita que el perro la olfatee de arriba abajo, cosa que sin duda hará con insistencia, porque a través de su fino sentido olfativo va a recibir una serie de “mensajes”. Idealmente, en esa primera “toma de contacto”, la feliz mamá estará sola y se dejará inspeccionar sin prisa, animando al perro con palabras afectuosas, acariciándole, inspirándole confianza. Sería incluso ideal que sacara al animal a dar un pequeño paseo por la manzana para que el perro tenga tiempo de habituarse al gran elenco de nuevos olores que se desprenden de ella. Mientras ambos se dan ese garbeo, será el momento de que el orgulloso papá entre en casa con el bebé y lo coloque en su cuna.
Tiempo habrá, cuando la dueña y el perro regresen al hogar, para que éste sepa que en la casa hay un nuevo “inquilino”. Su sofisticado sentido del olfato hará que mucho antes de que traspase el dintel de la puerta de entrada, el animal ya sepa que el nuevo bebé está en casa… Idealmente se permitirá que el animal recorra toda la casa acompañado de la madre y el padre, en busca del bebé. Sin prisa, pero sin pausa.
Hecho esto y habiendo transcurrido quizás unos diez o quince minutos, será ya el momento de las presentaciones, es decir, el momento de permitir que el perro olfatee (léase, conozca) al pequeñín. La mejor manera de hacerlo consistirá en que la madre coja al pequeño en brazos y se siente en un sillón permitiéndole al animal que se acerque al bebé tanto como quiera, animándole incluso a que lo haga con una palmada cariñosa o con una palabra de aliento.
Si el bebé empezara a llorar, no hay que arrebatarlo del alcance del perro con demasiada celeridad, sino tranquilizar al animal con frases suaves y caricias, y permitir que incluso entonces continúe inspeccionando al pequeño, salvo, claro que el perro se muestre excesivamente nervioso o de indicios de algún tipo de agresividad. Lo más habitual, salvo muy excepcionalmente, es que el animal, intrigado y curioso, menee la cola algo inquieto, pero sin denotar ningún tipo de rechazo; incluso es probable que lloriquee, que se muestre algo excitado, que jadee y que se mueva de un lado para otro con algo más de brusquedad de la habitual.
Sería ideal que tras la primera “inspección” olfativa y siempre que la reacción del perro sea de curiosidad natural y espontánea, pero sin ningún tipo de irritabilidad, se le permita incluso lamer los piececitos del bebé durante un par de minutos (y que lo siga haciendo a posteriori, ocasionalmente, para reforzar el vínculo). Ya sé que suena algo “raro”, pero lo cierto es que al hacerlo el animal creará un vínculo muy especial con el que poco a poco se irá convirtiendo en “su” niñito. A veces habrá que esperar unas horas e incluso unos días antes de permitirle al perro hacer esto que digo, pero lo normal (y lo más deseable) es que pueda hacerse en el primer encuentro. Dicho todo lo anterior, no viene nada mal un consejo por añadidura y es que el perro esté en perfecto estado de salud, adecuadamente vacunado y convenientemente desparasitado, para lo cual en los días previos se le habrá llevado al Veterinario que le habrá hecho un completo chequeo y habrá recomendado un producto de amplio espectro, que asegure que quede totalmente libre de parásitos intestinales tras el tratamiento. Lógicamente en los meses posteriores habrá que extremar la atención y desparasitar al animal más a menudo (quizás incluso bimensualmente) para mayor seguridad.
Pero volviendo al tema que nos ocupa, y salvado este primer trámite de la “presentación”, quedan todavía otras cosas que pueden hacerse en momentos y días posteriores, para conseguir estrechar el vínculo del perro con el recién-llegado y salvar o evitar los naturales celos.
Un dato importante a tener en cuenta es que, demasiadas veces, la madre impedirá al perro merodear cerca del niño cuando le esté dando de mamar o lo esté aseando, acunando, mimando, etc. etc. y ocurre que, para evitarlo, echará al animal de su lado a cajas destempladas o cerrará impaciente y con brusquedad la puerta del dormitorio, dejando al animal fuera sin demasiadas contemplaciones. Esta es una reacción harto habitual y totalmente espontánea, que se realiza la mujer sin prestarle mayor importancia aunque importancia, lo que se dice importancia, tiene y mucha, por cuanto hará que el perro se sienta ignorado y terriblemente desplazado, como si de repente, “por culpa” de un chiquitajo llorón y cagón, toda su vida se hubiera visto del revés. Y lo que es peor, es que esta reacción de la madre, y a veces también del padre, es decir, de la hembra alfa de la casa y del macho dominante, hacen sentir al perro como que todo su mundo estuviera patas arriba, por cuanto, sin venir a cuento, un mico se ha convertido en “más importante” que él mismo.
En estas situaciones, la reacción del animal dependerá mucho de la forma en que haya establecido sus vínculos con la familia, de la educación, del tipo de imprinting y socialización durante la etapa de cachorro, de posibles experiencias anteriores con otros niños de corta edad presentes en su entorno o de que no haya tenido ninguna ocasión de interaccionar con chiquillos y, también, de que se trate de un individuo más o menos dominante. Cuando la “estructura social” de la casa esté perfectamente clara y el animal ha entendido desde el primer momento que su lugar en la pirámide siempre será el último, no tiene por qué pasar nada raro; lo mismo, si el perro es un animal perfectamente equilibrado que ha sido adecuadamente socializado y educado en los primeros meses de vida… y más de lo mismo, si previo el nacimiento del bebé, ha estado rodeado de otros niños de pecho y los ha aceptado sin problemas, pero si es un sujeto extremadamente dominante, entonces la situación será bien distinta y es ahí dónde hay que actuar con especial cuidado y delicadeza, para no desencadenar en el perro la rivalidad con el bebé.
Además de lo ya dicho, de que el perro tenga ocasión de olfatear y lamer al recién nacido en los momentos inmediatamente posteriores a su llegada a casa, también será necesario que se sienta “parte” del día a día, en muchos de los momentos en los que la madre interacciona con su bebé; así por ejemplo, cuando le cambie un pañal puede permitir que el animal lo huela, mientras le prepare el biberón, que esté en la cocina viendo lo que hace, mientras se lo da, que esté sentado cerca escuchando cómo el pequeño emite unos gorgoritos de placer, mientras juega con el pequeñín, hacer algún gesto que invite al juego con el propio perro… pequeños detalles que le hagan sentir que continúa siendo querido y siendo importante. Al fin y al cabo de lo que se trata es de que el perro entienda, cuando antes, que este nuevo miembro de la familia, no ha venido a casa para desplazarle a él ni para robarle, para siempre, la atención y el cariño de los “suyos”.
Finalmente, un consejo de oro. El seguro murió de viejo; eso lo sabemos todos. Pase lo que pase e incluso si los dueños están 100% seguros de que el perro es del todo fiable y “adora” al niño, NUNCA JAMÁS se deberá dejar a los dos solos y sin vigilancia.
PREPARAR AL PERRO PARA LA LLEGADA DEL RECIÉN NACIDO
• Asegurarse de que el perro aprenda las órdenes básicas de obediencia, si no lo ha hecho ya (“sentado”, “tumbado”, “quieto”, “al pie”, “a tu sitio”) y/o reforzar su cumplimento, en los meses previos al nacimiento del bebé, de manera que llegado el momento las cumpla sin rechistar.
• Si el perro estaba acostumbrado a dormir en el dormitorio de sus dueños, irlo deshabituando paulatinamente en los meses previos y lo mismo, si acostumbraba a sentarse en el sofá, en medio de la pareja, y/o cerca de la mesa del comedor, y /o a tener acceso a ciertas habitaciones de la casa, dónde por cualquier motivo, más adelante, cuando llegue el niño, no se le vaya a permitir estar ni solo ni acompañado.
• Buscar la forma de que, en momentos clave, el perro pueda ser separado del entorno del bebé, sin que esto le cause angustia; por ejemplo, entrenándole previamente para pasar varias horas encerrado en una habitación específica de la casa, o en un parque para cachorros, o en una zona acotada del jardín. Pero cuando haya de ser confinado en ese lugar, darle suficientes estímulos (juguetes divertidos, huesos de gran tamaño que roer, etc.) para que no lo sienta como un castigo ni se vea desplazado, sino que lo asuma con gusto.
• Hacer que el perro se acostumbre a ver a la futura mamá y al futuro papá llevando en brazos algo parecido a un bebé humano (un muñeco de tamaño natural), a distintas horas y en distintos momentos, incluso en plena noche, para que luego esta situación no le cause confusión.
• Acostumbrar al perro a pasear con el cochecito, desde mucho antes de que nazca el bebé (por ejemplo 4 o 6 semanas antes). Y lo mismo, si habitualmente viaja en el asiento de atrás del coche, acostumbrarle a ir colocado al lado de la sillita del bebé, pero sin permitirle que se siente en esta; y habituarle también, si no se ha hecho antes, a que viaje con un cinturón de seguridad especial para perros.
• En los días previos a la llegada del bebé a casa, traer de la Clínica algún objeto impregnado con su olor y ofrecérselo al perro para que se vaya acostumbrando a éste.
• En el momento de las presentaciones y en días posteriores, permitir al perro participar de algunas actividades de cuántas la madre realiza con el bebé, pero sin forzar demasiado la situación. Es importante conseguir que el animal acepte al recién nacido de motu propio y no como una imposición. Algunos lo harán enseguida y otros serán más reacios. Hay que actuar con tiento y con paciencia. Y sobretodo, con calma y dando tiempo al tiempo.
Fuente: Castro-Castalia Bullmastiffs _________________ Es dificil ser humilde cuando compartes la vida con un bullmastiff
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